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Para ponernos a pensar...
 
Para arrebatarle su poder a la muerte…

Para que la muerte ya no tenga poder alguno hay que mirar a la muerte.
¿Pero, la muerte de quién? La muerte de la Vida, si se puede hablar así. La expresión es maravillosa. ¿Voy a tener reparo en decir lo que el Señor se ha dignado hacer por mí?

¿No es Cristo la vida? Y no obstante, Cristo fue crucificado. En la muerte de Cristo la muerte ha sido aniquilada en el cuerpo de Cristo.

Esto es lo que confesaremos en la resurrección, cuando, triunfantes, cantaremos: “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?”

San Agustín