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Para ponernos a pensar...
 
No desees, no niegues...

No desees nada, no niegues nada. Esas palabras lo dicen todo,
porque nos enseñan la práctica de la indiferencia perfecta.
en los brazos de la divina Providencia,
Abandonémonos sin ocuparnos de ningún deseo,
excepto el querer lo que Dios quiere de nosotros.

San Francisco de Sales